Con la vuelta de Román Martínez (ovacionado), el debut del uruguayo Cáceres y Luis Ardente en el arco, Tigre supo pegar a tiempo y llevarse una goleada ante Quilmes.
Es difícil mantener la calma cuando la totalidad de los resultados son adversos, cuando se mira la tabla de posiciones y se lo ve al equipo último y sin galardones; sin embargo en la tarde de Victoria el equipo de Ricardo Caruso Lombardi mostró otra cara ante un Quilmes que también venía con altibajos. Con orden y eficacia el equipo supo controlar el partido desde el minuto uno para alzarse con una goleada justificada.
La expectativa estaba puesta en el rendimiento del retornado Román Martínez, quien fue ovacionado por el público local haciéndole recordar viejas hazañas con la azul y roja antes del incio; pero también estaba puesta en el debut del montevideano Pablo Cáceres, defensor que pasó por el fútbol alemán y su último club fue el Danubio, además de volver a ver como titular a Luis Ardente en el arco del Matador. Todos estuvieron a la altura de las circunstancias sabiendo que el momento futbolístico del plantel no es el mejor.
El visitante vio alterado su libreto especulativo cuando a los 9 minutos del encuentro un centro desde la esquina derecha cayó cerca del punto del penal y capturó la pelota Mariano Echeverría, quien metió la zurda para fusilar al arquero Trípodi. El 1-0 causó alivio en la gente que desde la 13º fecha del Torneo pasado (ante Atletico Tucumán) esperaba un triunfo en el José Dellagiovanna.
El primer tiempo caducó con la posesión de pelota por parte de Quilmes que intentó, a base de centros, encontrar el empate que nunca llegó.
En gran parte del segundo tiempo Tigre supo administrar con oficio la pelota pero con poca llegada al arco cervecero, lo que envalentonó al visitante para que intente por medio de centros en empate, hasta el acertado ingreso de Diego Morales por un agotado Altobelli.
A los 79 minutos, Cachete, incursionó desde la izquierda hacia el centro del área rival y por medio de regates fue dejando rivales en el camino hasta que encontró un hueco y remató por bajo, la pelota ingresó pegada al palo haciendo estéril la revolcada del arquero Trípodi. Ese 2 a 0 se gritó tanto que, dicen, se escuchó hasta el parque cervecero del Sur. Ese segundo gol significaba mucho más que engrosar el marcador sino que también se traducía en una confirmación de que las cosas se estaban haciendo correctamente en el campo de juego y alejar así los fantasmas de un inoportuno empate.
Un minuto después, y con Quilmes tirado en ofensiva, un contraataque iniciado por Román Martínez, permitió que tras una veloz pared le quede servida a Denis Stracqualursi para que el, hasta el momento goleador del equipo, rematase con violencia cruzado para nuevamente vencer la endeble resistencia cervecera. 3 a 0!
El pitazo final fue el inicio de un festejo que los jugadores e hinchas tenían atragantados desde la última fecha del Torneo Clausura pasado, recuerdos que se disipaban en el pasado dado el oscuro presente que transitaba el equipo dirigido por Caruso Lombardi.
Por obra y gracia de los jugadores fue que convencieron a la gente con el triunfo, esa gente tan seguidora que por fin puede descargar su grito atorado de victoria.
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