Tigre empezó perdiendo y desde los 6 minutos del primer tiempo jugaba con un hombre menos pero en el complemento dio vuelta el resultado y se llevó un 2 a 1 meritorio. El equipo se mostró superior a Quilmes y lo hundió en el fondo de la tabla.
La continuidad del buen juego que demostró la fecha anterior era la que necesitaba Tigre para soñar con otra realidad, que no sea la insufrible lucha por los promedios. Para eso debía aprovecharse de un Quilmes que se codea a diario con el descenso. Al sur llegaba el Matador con Román Martínez en el mediocampo haciendo tándem nuevamente con Diego Castaño y a sus laterales Galmarini y Teté González, quien se asienta en su puesto partido a partido, mientras que al banco iba Diego Morales. Todos estos esquemas se trastocaron prematuramente al inicio del partido. Una polémica expulsión de Martín Gómez dejaba al Club Atlético Tigre con un guerrero menos en la batalla del Centenario, fue a los 6 minutos.
No obstante el equipo que dirige Rodolfo Arruabarrena contó con chances de abrir el marcador. Primero con Martín Galmarini quien se filtró por derecha y remató cruzado a las manos del arquero cervecero, Hernán Galíndez. Luego Stacqualursi exigió a la defensa local con un remate desviado.
A los 22 minutos del inicio llegó el gol de Quilmes, con un remate de Miguel Caneo, desde afuera del área que se metió a ras del suelo en el arco de Daniel Islas. A esa altura parecía que era insospechado que se le escapasen los 3 puntos al local, sin embargo comenzó a marrar situaciones claras de gol y así se fue al descanso con la mínima diferencia en el resultado.
El segundo tiempo parecía iniciar con la misma tesitura que el primero y las jugadas que diagramaba el local parecían confirmar la superioridad hasta que llegó lo impensado para muchos (que no vieron un partido de Tigre últimamente).
La jugada del empate se inició por derecha en una pared que levantaron entre Teté González y el uruguayo Andrés Rodales, en la que desprendió el lateral y envió un centro a la brasileña (potente y sin altura, al corazón de área). Denis Stracqualursi se anticipó a su marcador, punteó la pelota para desviar su trayectoria y convirtió. Ese 1 a 1 era una señal de que se podía burlar a las estadísticas e ir por más. Quilmes en ese momento recibió el gol del 22 como un “uppercut” de Cassius Clay en su apogeo boxístico.
Tozudo, Tigre aprovechó el desconcierto del local para ir en busca de la victoria y la conquistó tras un tiro libre en forma de centro que desvió Mariano Echeverría. Su peinada en el borde del área chica sirvió para descolocar al arquero Galíndez y desatar la locura Matadora. Los puños apretados del Vasco Arruabarrena, desde el banco, se traducían en hazaña, como en aquellas, en las que Tigre sacaba sus garras y transformar en epopeya resultados adversos.
El partido fue para el que supo reponerse en los momentos de zozobra, para el que puso lo que había que poner y el que sabe para que está en este Torneo, ese es Tigre, el que no se va a dar por vencido fácilmente, aún con uno menos. Así lo confirmó esta noche, así lo cree su gente.
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