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El Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal "Dr. Horacio Beccar Varela" concluyó el ciclo de conferencias denominado "MAYO: el Bicentenario" en su sede de la Quinta Los Ombúes [Adrián Beccar Varela 774, San Isidro].
La última conferencia estuvo fue este martes -18 de Mayo- y estuvo a cargo del profesor en filosofía, psicología y pedagogía Walter D'Aloia Criado, quien disertó sobre la visita de la Infanta Isabel, en ocasión de los festejos por el centenario de la revolución de Mayo, en 1910.
Previo a la disertación el ingeniero Mariano Etchegaray, presidente de la Asociación de Amigos de Museo "Dr. Horacio Beccar Varela" tuvo ocasión de dirigirse a los presentes -en el día en que se celebraba el Día Internacional de los Museos- para señalar la importancia de las asociaciones de amigos en su tarea de colaboración y promoción de la cultura y de la historia, instando a que más vecinos se acerquen para potenciar los efectos de esta desinteresada misión.
D'Aloia Criado comenzó su exposición señalando que, tal vez, para algunos ,la figura de la Infanta Isabel y todo lo que la rodeó en su vida puede ser considerado como de gran frivolidad, pero que conocer sobre ello permite comprender una mentalidad, una época y que valía tener en cuenta la curiosidad de que en 1810 había un abierto rechazo a la realeza y a lo que al rey se refiriera, y 100 años después el país se había convertido en un territorio con aires de aristocracia. "Lo que en un principio había sido motivo de muerte de muchos, cien años después era el motivo de mayor gloria, recibir a la representante del rey en Buenos Aires".
Buenos Aires era, en 1910, dijo, "la capital" de América del Sur, con progreso, orden, y con un profundo sentido estético, de la distinción, de la elegancia, con la prosapia de España y la exquisitez francesa.
En ese año del Centenario, distintos países enviaron representantes para participar de los festejos en Buenos Aires, pero nadie envió a una figura tan importante como España. "Porque España supo entender su función de madre no hacia la hija renegada, sino a la hija que habiendo llegado a la madurez y a pesar de los errores de los padres, hoy la miraba agradecida", señaló D'Aloia Criado.
La Infanta Isabel -María Isabel Francisca de Borbón- apodada "la chata" por su pequeñísima nariz, era hija de la reina Isabel II y nieta de Fernando VII, nació el 20 de Diciembre de 1851. Su madre -la reina- fue casada con su primo Francisco de Asís, de quien no parecía haber dudas sobre su rechazo a tener contacto con mujeres. De ahí que de los doce hijos que tuvo Isabel II no parece haber uno del que sea padre biológico...
La Infanta Isabel, la posible reina de España en su niñez hasta el nacimiento de su hermano por ser la princesa de Asturias, creció con las atenciones propias de su rango y su aparente destino. La reina le asignó, por ejemplo, como preceptor y director espiritual a quien sería con los años y los méritos San Antonio María Claret.
Cuando llega a la adolescencia arribó la Infanta Isabel al tiempo de casarse y -a diferencia de cualquier mujer que no fuera de la nobleza- se le busca el contrayente más adecuado. Esta elección recayó en Cayetano de Borbón-Dos Sicilias, conde de Girgenti, con quien se casa y parte de viaje de bodas fuera de España para no volver hasta 1874, ya que en pleno paseo por Austria derrocan a la monarquía, señaló el disertante.
La Infanta enviuda trágicamente y vuelve a ser la princesa de Asturias luego de que su madre, la reina Isabel II, abdica en favor de su hijo Alfonso quien es desde ese momento el nuevo rey de España, explicó luego.
De regreso a su tierra, la Infanta se ocupa con firmeza de la vida de palacio cuidando de las formas, del protocolo, pero también de gran cantidad de obras benéficas. Acompaña a su hermano Alfonso XII quien se casa y enviuda rápidamente, y luego se casa nuevamente, con María Cristina de Austria. De esa unión, que duraría hasta la muerte de Alfonso XII en 1885, nacería Alfonso XIII -el abuelo del actual rey Juan Carlos-, sobrino de la Infanta Isabel y educado -y hasta malcriado- desde la cuna como el heredero de la corona, a la que accedería a los 16 años en 1905, precisó D`Aloia.
La rutina de la Infanta en esos tiempos era simple: se levantaba 8,30, desayunaba chocolate, oía misa en su capilla, despachaba correspondencia y luego atendía a personas que le pedían distintos favores. A las 14 almorzaba, paseaba al atardecer y luego iba al teatro. Por la noche se reunía con otras mujeres.
El 19 de Marzo de 1910 en Buenos Aires se anunció que la Infanta Isabel es quien llegará en representación de España y se decide que se hospedará en el Palacio De Bari, luego Palacio Duhau (Park Hyatt). El viaje, en barco por supuesto, fue calmo a excepción una jornada agitada que provocó un gran malestar a la mayoría de los pasajeros y tripulantes, menos a tres: a la Infanta, su acompañante y al capitán, apuntó luego.
La llegada de la Infanta Isabel provocó que Buenos Aires se movilizara para recibirla, un verdadero acontecimiento significaba su arribo, al punto de que orquestas, muchedumbres, pañuelos y saludos no dejaban de verse en todo el puerto y el recorrido de la Infanta, aunque curiosamente nadie del gobierno nacional (a cargo de Figueroa Alcorta) estuvo preparado para recibirla, pero si José Antonio Güiraldes y Mercedes Guerricó, el intendente de Buenos Aires. El presidente llegó tarde, pero pudo acompañarla en su carroza con cuatro caballos y lacayos. La Avenida de Mayo, revestida de banderas argentinas y españolas, con multitudes que vivan la presencia de la Infanta fue reflejado por los diarios de la época y el comentario de todo Buenos Aires, al mismo tiempo que el cometa Halley, que fue visto el día de la llegada de la representante ibérica, indicó el disertante. La ansiedad de unos por ver a la Infanta dio con el oportunismo de otros, que alquilaron sus balcones para que la gente pudiera verla pasar. Y de ello surgió la remanida frase “para alquilar balcones…”.
Entre las múltiples actividades que desarrolló la Infanta Isabel en Buenos Aires vale mencionar que lo primero que hizo en la tarde del día fue ir al Hospital Español, donde asistió a misa, y al día siguiente fue a la estancia "San Juan" de Leonardo Pereyra Iraola a donde llegó en el tren presidencial. Al otro día pasó revista por las tropas de la armada y el 22 de mayo fue el gran encuentro con la comunidad española en Buenos Aires, lo que emocionó sobremanera a la Infanta, por las demostraciones de afecto, recordó.
Con el comienzo del 25 de Mayo los festejos fueron realmente apoteóticos, con la masiva participación de la población que se lanzó a las calles con entusiasmo. La primera actividad oficial fue el Te Deum ("... que hubo uno esa vez", dijo D'Aloia Criado) y la última fue una velada en el Teatro Colón.
El 26 fue a la colocación de la piedra fundamental del monumento de homenaje (mal llamado "a los Españoles") y la visita al Jockey Club. El 27 visitó la Rural y luego participó de un banquete del Club Español; por la noche hubo fiesta en el Teatro Colón para las delegaciones extranjeras. El 28 pudo inaugurar el pabellón de España en una exposición de las naciones, donde también vuelve a oír misa, y luego -fuera de todo protocolo- fue al Banco Español y provocó con su presencia un gran revuelo, porque la gente la reconoció y pujó por verla de cerca y saludarla, a lo que ella, por supuesto, no se negó.
La Infanta Isabel provocó -dijo- una gran agitación de la sociedad más encumbrada -sea social o política- por agasajarla, recibió plantas nativas de Carlos Thays, caballos criollos, entre otros obsequios. Ella, en retribución, dejó una importantísima suma de dinero para el Hospital Español y para la Sociedad de Beneficencia.
"El Diario", una publicación de ese tiempo, señaló en sus páginas "Deseamos que la Infanta llevara a su corte por Argentina y por España, algo más que el recuerdo de una suntuosa recepción", "... y así fue. Ella contribuyó muchísimo para que las relaciones de Argentina con España fueran cada vez mejor", destacó el conferenciante.
En 1931 se jaqueó a la corona española por acción de la República que tanta muerte y oscuridad provocaría en España. La monarquía fue desterrada, pero la Infanta Isabel tuvo permiso para permanecer ya que, le aseguraron, nadie le hará daño. Sin embargo ella viajó -ya mayor y enferma- a Francia donde murió al día siguiente de su llegada, el 23 de Abril.
D´Aloia Criado es vicecónsul honorario del Reino de España y presidente de la Asociación de Cultura y de la Biblioteca "D. F. Sarmiento" en Bolívar, su ciudad natal.
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